Melina Pasquet
Tras el acuerdo alcanzado con acreedores privados por la deuda externa argentina, el gobierno del presidente Alberto Fernández se encuentra nuevamente en la mesa de negociación, pero esta vez con otro interlocutor (y acreedor): el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En este caso, dicha negociación se embarca por un nuevo programa que reemplace al Acuerdo Stand-by pactado por la administración del expresidente Mauricio Macri con el organismo. De todas formas, la apertura de este proceso debe ser encuadrado en un panorama más amplio, donde intereses particulares de cada una de las partes involucradas pueden tender a converger.
Argentina envió, a finales de agosto, una carta para solicitar formalmente la apertura de conversaciones con el FMI. Luego de la recepción de la misma, el vocero del organismo, Gerry Rice, señaló que el proceso se encontraba en una fase inicial de “escucha” de las autoridades argentinas y de construcción de la agenda (OPEA, Informe Nro. 577). Rice indicó que el staff del organismo realizaría una visita al país en octubre, sin precisar si la misma se realizaría de forma presencial u online (Shalal, 24 de septiembre de 2020). Finalmente, se optó por avanzar con encuentros en ambas modalidades y, aún en el contexto de la pandemia de la COVID-19 (con una alta circulación viral en Argentina), arribó al país una misión informal encabezada por Julie Kozack, directora adjunta del departamento del Hemisferio Occidental del FMI; y Luis Cubeddu, jefe de misión para Argentina. Sin embargo, esta elección del organismo financiero por la presencialidad guarda una excepcionalidad no menor, ya que se sale de la práctica por la cual se rigió en los últimos meses, consistente en el empleo únicamente de medios virtuales para su labor. Ahora bien, la señal que desprende la presencia de dos funcionarios de importante rango jerárquico en el país insta a observar aquel telón de fondo, donde se encuentran otros elementos que trascienden al objetivo particular enunciado por la presente misión de conocer con mayor detalle la situación económica nacional.
En una aproximación a la singularidad de la relación bilateral, se destacan algunos elementos en juego que llevan a la sinergia entre sus intereses. El gobierno argentino, por su parte, se encuentra inmerso en un proceso de normalización de su situación financiera internacional. Por otro lado, el FMI se encuentra mirando con preocupación la sostenibilidad del nivel récord que el endeudamiento público global ha alcanzado (Georgieva, Pazarbasioglu, Weeks-Brown, 1 de octubre de 2020). A lo que se adiciona, para ambas partes, el impacto que la pandemia de la COVID-19 ha supuesto: colocando a la economía argentina en una situación aún más crítica, y aumentando los pedidos de otros Estados por financiamiento al organismo. Es así que, en un contexto internacional en el que la incertidumbre asciende, tanto el gobierno argentino como el FMI se encuentran en la búsqueda de despejar, en la medida de lo posible, sus proyecciones del panorama presente y futuro.
Es por esta razón que se le puede dar una mayor profundidad a la lectura de la llegada de Kozak y Cubeddu al país: donde la negociación por los pagos adeudados de los USD 49.000 millones prestados representa un objetivo fundamental para la estabilidad financiera nacional, como a su vez un posible precedente de las capacidades del organismo para evitar una serie de defaults de deudas soberanas y recesiones prolongadas, en otros países con condiciones similares. Asimismo, es en esta misma clave que el organismo financiero ha actuado en respaldo de la posición argentina en el proceso concluido previamente con los acreedores privados, mencionado al inicio.
No obstante, el cambio de escenario, por el cual ahora el FMI pasa a encontrarse del otro lado de la mesa de negociación, supone una prueba para esta aproximación de las posiciones. Ya que, la posibilidad de hacer converger estas expectativas y concretarlo en acciones dependerá del eventual acuerdo al que puedan arribar las partes. Pues, a pesar del clima constructivo de la relación, no están ausentes los puntos de discrepancia entre ambos. El proceso de negociación por un nuevo programa, que ya pronostica extenderse hasta el primer semestre del 2021, deberá afrontar una serie de obstáculos referidos principalmente a las discusiones por la orientación de la política económica nacional: entre la premisa de la cartera de Economía de “crecer para pagar”, y las garantías en términos de sostenibilidad de la deuda y capacidad de repago que el organismo exige. De todas formas, ambos reconocen que las condiciones deberán amoldarse al actual contexto recesivo global.
En conclusión, retomando las palabras de Rice, como punto de partida (y llegada) ambas partes comparten el objetivo de recuperar y estabilizar la situación económica argentina (Ámbito financiero, 10 de septiembre de 2020), es por ello que resta a ver si las negociaciones lograrán sortear las diferencias y encaminarse en una solución que satisfaga ambas aspiraciones al momento en que a Argentina le toque acudir de forma conclusiva a Washington D.C., ya sea presencial o virtualmente.
Referencias
Ámbito Financiero (10 de septiembre de 2020). Comenzaron las conversaciones técnicas con el FMI para un nuevo programa. Recuperado de: https://www.ambito.com/economia/fmi/comenzaron-las-conversaciones-tecnicas-el-un-nuevo-programa-n5131919
Georgieva k., Pazarbasioglu C., Weeks-Brown R. (1 de octubre de 2020). Reform of the International Debt Architecture is Urgently Needed. IMFBlog. https://blogs.imf.org/2020/10/01/reform-of-the-international-debt-architecture-is-urgently-needed/
OPEA (2020) Informe de Política Exterior Argentina - Nº577. Disponible en: https://www.opeargentina.org/post/opea-577
Shalal A., (24 de septiembre de 2020). IMF plans 'milestone' staff visit to Argentina in early October: spokesman. Reuters. Recuperado de: https://es.reuters.com/article/us-argentina-imf-idUSKCN26F2L6
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