El “ausentismo” argentino en el Foro CELAC-China: ¿Ideología o pragmatismo?
- Observatorio de Política Exterior Argentina
- 8 jul
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Por Lucía Ríos*
El 13 de mayo de 2025 se desarrolló la IV Reunión Ministerial del Foro CELAC-China (FCC) en la ciudad de Beijing. Este contó con la presencia del presidente de la República Popular China, Xi Jinping y de los Jefes de Estado y de Gobierno, Gustavo Petro, de la República de Colombia; Luiz Inácio Lula da Silva, de la República Federativa de Brasil y de Gabriel Boric, de la República de Chile, entre otros funcionarios. Un hecho que llamó notablemente la atención fue el ausentismo argentino de Javier Milei y de Gerardo Werthein; en su lugar fueron enviados en representación de nuestro país, Eduardo Bustamante, vicecanciller, y Ricardo Lachterman, jefe de Gabinete de Cancillería. Como se establece al pie del documento final de la cumbre: “La República Argentina estuvo ausente del Plenario Ministerial en la Cuarta Reunión del Foro CELAC-China y no participó en la adopción de estos documentos” (Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, 2025). El documento final fue firmado por todos los países miembros de la CELAC y China, a excepción de Argentina. La posición argentina argumentó su accionar sosteniendo que el texto “contenía referencias críticas, aunque sutiles, hacia Estados Unidos” (InfoGEI, 2024).
Este hecho generó nuevas tensiones en la relación sino-argentina, que ya venía atravesando varios vaivenes desde la asunción de Javier Milei en diciembre de 2023, quien desde antes de asumir el gobierno sostuvo que la República Popular China se posiciona bajo un ala ideológica “de izquierda” o “comunista”, contraria a los socios claves de Argentina, además de declarar que no había libertad de expresión ni democracia en el territorio asiático. Esto se alinea con la “nueva doctrina de política exterior” del actual gobierno de turno y su lente hiperoccidentalista. En relación con lo anterior, el presidente argentino en abril de 2024, ante Laura Richardson, comandante del US Southern Command, remarcó que: “Las alianzas de Argentina tienen que estar ancladas en una visión común del mundo y no deben someterse a los que atentan contra los valores de Occidente” (Tokatlian, 2024) y aseguró que el mejor recurso que hoy tiene la Argentina para defender su soberanía “es reforzar su alianza estratégica con Estados Unidos y con todos los países del mundo que defienden la causa de la libertad” (Observatorio de Política Exterior Argentina, 2024). Esto mismo se manifiesta en los reiterados viajes que Milei realizó tanto a Estados Unidos como a Israel, marcando de esta manera su posicionamiento en el plano internacional, además de su rechazo a los países no pertenecientes al “mundo libre”. Este fervor inusitado pro-Washington ha sido proporcional a la inédita hostilidad anti-Beijing, marcando una discontinuidad en cuanto a la política exterior que venía llevando a cabo la Argentina durante el gobierno de Alberto Fernández y sus antecesores.
Este nuevo posicionamiento internacional no es meramente simbólico, sino que tiene implicancias concretas para el comercio, la inversión y la cooperación bilateral, entre otros aspectos. China es el segundo socio comercial de la Argentina, y uno de los principales compradores de materias primas. A su vez, financia obras de infraestructura clave, como represas en Santa Cruz y centrales nucleares. Las tensiones con Beijing pueden poner en riesgo los avances alcanzados por la relación bilateral.
Así, la política exterior argentina parecería estar guiada más por una lógica ideológica que por un enfoque pragmático basado en intereses nacionales. En las últimas décadas, Argentina se ha caracterizado por una política exterior pragmática, de no alineamiento automático y de participación activa en foros multilaterales como la CELAC, el G77 o el Mercosur. El repliegue o la ausencia en estos espacios debilita la capacidad de negociación del país en el escenario global. A su vez, subordinar la política exterior a una cosmovisión binaria —"Occidente vs. el resto"— representa una ruptura con una tradición que priorizaba los intereses nacionales sobre las afinidades ideológicas. Podría marcarse que desde el comienzo de la relación sino-argentina en 1972, nuestro país ha llevado a cabo “una política exterior transideológica”, priorizando los intereses políticos del Estado nacional por sobre los intereses ideológicos del gobierno de turno. Tan es así que durante el gobierno de la dictadura de la Revolución Argentina, el presidente de facto Alejandro Lanusse, apresuró la apertura de relaciones bilaterales con China antes del viaje de Nixon a Beijing para evitar una interpretación de alineamiento o seguidismo con la política norteamericana. En esa misma línea, décadas más tarde, Argentina fue distinguida por China con la firma de un acuerdo que elevó el vínculo bilateral al rango de "asociación estratégica integral", lo cual confirma la continuidad de una diplomacia orientada a diversificar alianzas en función de los intereses propios. Otro hecho de gran relevancia fue la cooperación brindada por China a la Argentina en materia de política sanitaria durante la pandemia de COVID-19, lo cual contribuyó significativamente a estrechar y profundizar la relación bilateral, consolidando vínculos estratégicos en un contexto de emergencia global.
Por otro lado, la decisión argentina de no firmar el documento final y de enviar una delegación de bajo perfil también fricciona la relación de la Argentina con sus pares latinoamericanos. En un foro como la CELAC, que busca fortalecer la voz común de la región frente a actores globales, la ausencia de nuestro país se percibe no sólo como un distanciamiento de China, sino también como una señal de indiferencia hacia los esfuerzos regionales de integración. Esto debilita la posibilidad de una estrategia sudamericana concertada, en un momento donde otras potencias como Brasil, Colombia o México se muestran asumiendo un papel más activo en el relacionamiento con el mundo multipolar.
A esto se suma el riesgo de quedar relegados de iniciativas regionales claves en términos de desarrollo e inversión. La participación activa en foros como la CELAC-China no implica una subordinación ideológica, sino la posibilidad de incidir en el trazado de agendas comunes y acceder a nuevas fuentes de financiamiento y cooperación. Argentina, al marginarse de estos espacios, pierde capacidad de influencia, y con ello también oportunidades concretas de crecimiento. A largo plazo, esta estrategia puede traducirse en un aislamiento innecesario, que incluso otros aliados tradicionales, como Estados Unidos o la Unión Europea, no aplican con tanta rigidez en su trato con China. Esto se puede ver expresado en la reciente suspensión de los aranceles recíprocos durante un lapso de 90 días entre Estados Unidos y China, donde el primero reduciría el arancel sobre las importaciones chinas del 145% actual, al 30%; mientras que el segundo reduciría sus derechos de importación sobre los productos estadounidenses del 125% al 10%. Sin embargo, y según lo declarado por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, se llegó a la conclusión de que ambos países comparten un interés común y que ninguno desea una disociación del otro que resulte desfavorable en términos de win-win.
Para finalizar, el ausentismo argentino en la IV Reunión Ministerial del Foro CELAC-China refleja un cambio significativo en la orientación de la política exterior nacional, marcado por un alineamiento más claro hacia Estados Unidos y un distanciamiento respecto a China y otros actores del Sur Global. Esta decisión tiene implicancias concretas en la inserción internacional del país, especialmente en un contexto mundial cada vez más multipolar y complejo. El impacto de esta postura se extiende a nivel regional, ya que Argentina puede ver afectada no solo su capacidad de liderazgo e integración en América Latina, sino que también en términos económicos y diplomáticos, al limitar sus oportunidades de cooperación y financiamiento con uno de sus principales socios comerciales. Sin embargo, el curso que adoptará la política exterior argentina en los próximos años, y cómo equilibrará sus relaciones con potencias de diferentes bloques, sigue siendo una cuestión abierta que dependerá de múltiples factores internos y externos. Ante este interrogante, cabe preguntarse: ¿podrá Argentina encontrar un equilibrio entre sus convicciones ideológicas y sus intereses pragmáticos para sostener una política exterior que le permita maximizar su protagonismo regional y global en un mundo multipolar cada vez más complejo?
*Estudiante avanzada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de Rosario. Miembro del Observatorio de Política Exterior Argentina.
Referencias:
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Clarín. (2025). Cumbre CELAC‑China: mientras busca no desairar a Xi Jinping, Argentina fue el único país de la región que no firmó el documento final. Clarín. https://www.clarin.com/politica/cumbre-celac-china-busca-desairar-xi-jinping-argentina-unico-pais-region-firmo-documento-final_0_5uAZaLLRhb.html?srsltid=AfmBOopIYT0Li2Y87veHNOiYf-opSliZwV5u4x0c87BOqfNjHjyB6ijL
Clarín. (2025). EE.UU. y China acuerdan reducir temporalmente los aranceles para desactivar la guerra comercial. Clarín. https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/eeuu-china-acuerdan-reducir-temporalmente-aranceles-desactivar-guerra-comercial_0_N288Zh4aDo.html
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