Lic. Luisina Ibañez
El 2020 ya se perfilaba como un año desafiante para el crecimiento global. En enero, el Banco Mundial preveía un crecimiento de tan solo 0,1% con respecto al 2019, ubicándose en un modesto 2,5% (Banco Mundial, 2020). El año se presentaba especialmente dificultoso para Martín Guzmán, ministro de Economía de Alberto Fernández, quien debería maniobrar con un pie en la viabilización de los proyectos políticos del presidente, y el otro en la negociación de la deuda con los tenedores privados de bonos argentinos.
Sin embargo, en pocas semanas, Estados, empresas, académicos, actores públicos y privados, internacionales y domésticos de todo el mundo, debieron recalcular drásticamente sus estrategias y perspectivas para este año.
Sería apropiado decir que, en el último mes, se han sucedido cambios a nivel mundial tan significativos que no hay aspecto de la vida de las personas que haya permanecido indiferente. En este caso, lo que nos compete es el aspecto económico. Aspecto en el cual los niveles de incertidumbre medidos por la Reserva Federal De Saint Louis (FRED) han alcanzado máximos históricos, superando aquellos registrados durante el ataque a las Torres Gemelas y quedando cercano al nivel de incertidumbre producido por la crisis financiera de 2008. El índice VIX, que mide la volatilidad del mercado en una escala de 0 a un máximo de 100, llegó a alcanzar los 82 puntos a mitad de marzo y actualmente, se mantiene en un promedio que es el doble de los 14 a 18 puntos entre los que se movía en febrero.
Si bien el índice para el dólar norteamericano (DXY) se ha estabilizado, sigue en niveles superiores a febrero. Sin embargo, índices que miden el desempeño de los mercados de capitales en países emergentes, como el MSCI EET, y la performance del mercado de commodities, como el S&P GSCI, continúan con una pronunciada y preocupante caída. Esto tiene algunas implicaciones: primero, los accionistas han moderado el pánico inicial que los hizo migrar hacia el dólar como depósito de confianza aunque siguen abandonando activos de países emergentes para posicionarse en mercados desarrollados considerados más seguros. Por último, la pronunciada caída en el rendimiento de los mercados de commodities, especialmente en aquellos relacionados a la industria energética, pone en jaque el proyecto de Vaca Muerta pero también afecta gravemente a un sector estratégico para la Argentina, como lo son las exportaciones agrícolas.
En medio de esta debacle generalizada de la economía mundial, Argentina trata de llegar a un acuerdo con inversionistas privados para lograr reestructurar la porción de la deuda perteneciente a bonos bajo legislación extranjera. La propuesta presentada el 16 de abril pasado para 21 bonos (17 de ellos emitidos en los últimos 4 años, por un valor de 41.548 millones de dólares, 63% de la totalidad de los bonos a reestructurar), nominados en dólares, euros y francos fue rechazada por los tenedores de bonos. Si bien la propuesta no implicaba una quita significativa de capital, como la hubo en el anterior proceso de reestructuración, sí contemplaba una reducción significativa de las tasas de interés para reducir los costos de refinanciación (Ministerio de Economía, 2020).
Además, se produciría una extensión de plazos y un período de gracia por los próximos tres años, lo que significan que el país debería comenzar a pagar recién a fines de 2023. La estrategia del gabinete económico consiste en intentar evadir grandes obligaciones de pago en el futuro próximo para redireccionar los recursos hacia la economía doméstica, especialmente dadas las consecuencias que ha tenido la pandemia en el nivel de actividad.
La propuesta fue rechazada, primero, por el Comité de Acreedores de Argentina (ACC, por sus siglas en inglés), y luego por un segundo grupo de bonistas autodenominados como Grupo de Titulares de Bonos de Canje, entre quienes se destacan el fondo de inversión Monarch, HBK Capital Management, Cyrus Capital Partners y VR Capital Group Ltd. Este último grupo asegura tener el 16% de bonos emitidos, porcentaje necesario para bloquear un acuerdo (Infobae, 2020). ¿Por qué es importante este dato? Porque la cláusula de acción colectiva (CAC) requiere que para llegar a un acuerdo se necesita la aquiescencia del 85% de los bonistas.
El ministro Guzmán se ha mostrado firme respecto a las condiciones de la oferta, mientras que los bonistas lo han instado a negociar “de buena fe” teniendo la garantía que les proporciona el precedente favorable en los tribunales de Nueva York. La posición de éstos últimos se basa en no hacer frente a los costos de la crisis económica argentina y proponen, en cambio, profundizar el esquema de austeridad fiscal, propuesta de la que incluso el Fondo Monetario Internacional parece más distanciado.
Como lo evidenciaron cuatro años de gestión del presidente Mauricio Macri, las políticas de ajuste fiscal, recorte presupuestario, política monetaria contractiva y depreciación cambiaria tienen efectos recesivos en la economía argentina (Nemiña y Larralde, 2018). Por otra parte, el gabinete económico de Alberto Fernández se muestra reacio a tomar nuevos fondos, como se puede ver en la negativa de Guzmán a usar la pequeña porción restante del acuerdo stand by con el FMI.
De esta forma, y en una coyuntura actual que obliga a los actores políticos a encauzar fondos hacia el sistema sanitario y hacia la economía doméstica, el discurso de la austeridad resulta irresponsable. Cabe destacar que Argentina no es un caso aislado en el proceso de renegociación de deuda soberana, ya hay más de ochenta países que han recurrido al FMI en busca de fondos (Clarín, 2020). El mundo en desarrollo y emergente constituye casi el 60% del PBI global (Muller, 2018), sin una recuperación conjunta no habrá verdadera recuperación para nadie.
En este escenario, lo más beneficioso sería que los líderes de países desarrollados y en desarrollo junto con los organismos internacionales (especialmente las organizaciones multilaterales de crédito), pudieran alcanzar una visión común posibilitando una moratoria coordinada y proveyendo recursos para hacer frente a la pandemia. El multilateralismo ha sido en otras ocasiones una salida exitosa.
Referencias
Banco Mundial (2020). “January 2020 Global Economic Prospects: Slow growth, policy challenges” (08/01/2020). Disponible en: https://www.worldbank.org/en/news/feature/2020/01/08/january-2020-global-economic-prospects-slow-growth-policy-challenges
Clarín (2020). “Presión global al FMI en medio de la renegociación con Argentina: 81 le pidieron plata por la crisis del Coronavirus” (27/03/2020). Disponible en: https://www.clarin.com/economia/kristalina-georgieva-claro-entrado-recesion-peor-2009-_0_owP55s6sT.html
Infobae (2020). “Un segundo grupo de bonistas rechazó la propuesta de deuda de Guzmán, y dice tener suficientes bonos como para bloquear un acuerdo” (20/04/2020). Disponible en: https://www.infobae.com/economia/2020/04/20/un-segundo-grupo-de-bonistas-rechazo-la-propuesta-de-deuda-de-guzman/
Ministerio de Economía (2020). “Propuesta de reestructuración de la deuda externa pública” (16/04/2020). Disponible en: https://argentina.indymedia.org/wp-content/uploads/2020/04/Presentaci%C3%B3n-reducida-Propuesta-de-Reestructuraci%C3%B3n-de-la-Deuda-Externa-Publica-16.04.19.pdf
Muller, David (2018). “Emerging Markets - Powerhouse of global growth”. Ashmore.
Nemiña, Pablo y Larralde, Juan (2018). “Etapas históricas de la relación entre el Fondo Monetario Internacional y América Latina (1944-2015)”, América Latina en la Historia Económica, 25(1), pp. 275-313.
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