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  • Foto del escritorObservatorio de Política Exterior Argentina

Cambio de época

Por Gustavo Insaurralde



Después de 35 años de la intervención papal en el conflicto del Beagle de 1978, en mayo de 2015 se anuncia la firma de varios acuerdos de cooperación minera, energética y fronteriza entre Chile y Argentina. Numerosos cambios acontecieron para que actualmente estos países vecinos entraran en un proceso de cooperación ininterrumpido. Pero, ¿cómo se explica este cambio?

A menudo se escucha que el sistema internacional se caracteriza con la anarquía. Dentro de esa estructura anárquica, los estados deben llevar a cabo sus intereses ayudándose a ellos mismos, recurriendo al mecanismo conocido como autoayuda. No obstante otros autores plantean que la anarquía no es otra cosa que una construcción intersubjetiva, como es el caso de Wendt (1992). El autor defiende que “la anarquía es lo que los estados hacen de ella”, afirmando que la relación entre dos unidades no se basa solamente en la adaptación a las condiciones estructurales materiales de la anarquía, como hacen los realistas, sino que cada unidad interpreta esta realidad a través de los procesos que tiene con cada actor. Estos procesos son los que definen su identidad, como así también la identidad de otros.

Gracias a estos procesos que conjugaron cambios estructurales materiales, como el fin de la Guerra Fría y la proliferación de procesos de integración económica, y simbólicas, como las políticas de confianza mutua entre Chile y Argentina, es posible hablar en las postrimerías del siglo XX de una relación de paz, amistad y cooperación entre estas naciones. La firma del Tratado de Paz y Amistad con Chile en 1984, el Acuerdo de Hielos Continentales en 1998 y los ejercicios militares conjuntos de 2004, 2008, y 2014 (dentro del marco de Unasur), entre otros, son hitos que demuestran que la anarquía se ha difuminado en estos dos países.

Esta anarquía, al tornarse menos nítida, produjo que el proceso de interrelación entre estos dos países se profundice en muchos aspectos. Uno de ellos es la cooperación interfronteriza.

La cooperación interfronteriza es el ámbito en el cual la relación entre Argentina y Chile se fortaleció con mayor fuerza. Este hecho no es casual ya que ambos países comparten una frontera de más de 5000 kilómetros. Esta cooperación es de crucial importancia debido a la necesidad de agilización del comercio internacional. Este comercio está determinado por su ubicación que no es nacional, sino regional (Ohmae, 1993). Como consecuencia, las fronteras requieren de mayor contacto, poseen otras dinámicas internas, diferentes a las del centro, y fomentan un mayor contacto e interdependencia. Así, las poblaciones habitantes de esas regiones requieren mayores niveles de cooperación para la solución de problemas comunes (Valenciano, 1995)

Esta proliferación de medidas cooperativas demuestra la necesidad de las unidades subnacionales de coordinar estos nuevos movimientos. En efecto, las provincias argentinas linderas con Chile han instituido políticas de inserción internacional que poseen un marcado perfil fronterizo. Según el estudio de Iglesias y Gasol Varela (2008) una de las principales causas por las cuales estas provincias tienen políticas de inserción internacional se explica por la necesidad de coordinar las políticas fronterizas de sus pasos de frontera hacia Chile.

Por todo ello ya no es inusual la cooperación entre Argentina y Chile. Gracias a los cambios en la estructura material y simbólica, mundial y regional, la relación entre estos países ha mejorado, dejando atrás años de adversidad y conflicto. Al menos al largo plazo, las identidades de estos dos países se regirán por la cooperación, el diálogo y el respeto mutuo.


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