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  • Foto del escritorObservatorio de Política Exterior Argentina

La Cumbre del Mercosur 2017

Por Gustavo Insaurralde



La semana pasada, el presidente Mauricio Macri presidió la Cumbre 2017 de Estados Miembros y Asociados del Mercosur en la ciudad de Guaymallén, Mendoza. En la misma, se debatieron diversos temas relacionados a la apertura comercial, luego de los anuncios de intercambios de ofertas con la Unión Europea, Corea del Sur, Japón, entre otros países, el acercamiento a la Alianza para el Pacífico y el pronunciamiento público sobre la situación interna en Venezuela.

El Mercosur parece funcionar como una perfecta caja de resonancia de las modificaciones estructurales de las políticas exteriores de los diferentes países que la componen tal vez por su mecanismo de toma de decisiones. La Cumbre 2017 no fue la excepción. Si la lógica de los gobiernos post neo liberales fue dotarla de una agenda social que acompasara institucionalmente los movimientos sociales que acompañaban esos procesos en la esfera doméstica, la lógica de los gobiernos conservadores es propulsarla como una plataforma comercial de inserción exterior, es decir, transformarla en el brazo exterior de la liberalización interna mediante la firma de acuerdos de liberalización de comercio con grandes bloques regionales (UE, AELC) o con países directamente (Canadá, Corea del Sur, Australia, etc.) Esto también se ve acompañado con Acuerdos de Complementación Económica –como el que se firmará con Colombia y posiblemente con México. Estos acuerdos hacen referencia a la exportación acordada de partes de automóviles, sector altamente protegido dentro del bloque.

Si bien la dinámica liberalizadora actual está dirigida por los socios más grandes del bloque, Argentina y Brasil, sus contrapartes más pequeñas visualizan con buenos ojos tales procesos. Sendas editoriales de diversas publicaciones diarias de ambos países enfatizaron la aproximación comercial del bloque, especialmente el acercamiento birregional entre el Mercosur y la Unión Europea. Tanto la administración Cartes (Paraguay) como Vázquez (Uruguay) buscan participar en el proceso de diálogo birregional y también del proceso de acercamiento con la Alianza del Pacifico como una manera de soliviantar los limites estructurales y la dependencia de sus vecinos más grandes.

A pesar de estos movimientos, la agenda política no quedo al margen de la cumbre. La situación doméstica de Venezuela fue tema de agenda en la medida que los socios más grandes buscaron imponer una sanción mediante la implantación del Protocolo de Ushuaia (el mismo protocolo utilizado en contra de Paraguay), en la cual se incluye la famosa cláusula democrática del Mercosur. La imposición de la misma buscaría suspender a Venezuela del bloque. No obstante, debido a la falta de apoyo de miembros asociados, como Ecuador, Bolivia o Chile, la condicionalidad de la aplicación de esa cláusula residirá, según anunció el canciller argentino Jorge Faurié, en la suspensión de la Asamblea Constituyente que busca fomentar el gobierno de Maduro.

La afirmación de los cambios estructurales acontecidos en la política regional y el funcionamiento del Mercosur como una caja de resonancia perfecta recae, en este período de gobiernos conservadores, en las dinámicas liberalizadoras intrínsecas de la nueva era. Esta dinámica se dinamiza a partir del acercamiento al Pacífico o la transformación del bloque en una plataforma de inserción global. Como corolario, la integración intrabloque permanece intacta, a pesar de mecanismos paliativos, como el de anunciar la eliminación de la doble tributación del comercio de servicios intra bloque. Sumado a ello, los mecanismos de toma de decisiones siguen siendo eminentemente intergubernamentales, por lo que no se generan condiciones para gestar fuerzas sociales que fomenten la integración. Como consecuencia, el bloque sigue siendo sumamente dependiente de las dinámicas internas y, más aún, de la impronta de sus propios líderes.

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