Gabriela Leonardelli *
Para lograr modelos de desarrollo sostenible y cumplir con compromisos climáticos, uno de los grandes temas a tratar es la energía.
En Argentina, el sector energético es responsable de un 53% de las emisiones de gases de efecto invernadero (Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, 2019). En este contexto, el hidrógeno verde aparece como un combustible alternativo que habilitaría una vía para salir de la dependencia estructural del carbono. ¿De qué se trata esta fuente de energía y por qué podría llegar a tener un rol importante en Argentina? ¿Qué implicancias tiene?
Brevemente explicado, para generar energía a partir del hidrógeno es necesario separarlo de las moléculas a las que está asociado, ya que se puede encontrar hidrógeno en el agua, junto con oxígeno, y en los hidrocarburos en combinación con carbono. Este proceso llamado electrólisis requiere de grandes cantidades de energía, y si la misma proviene de fuentes renovables, se obtiene un gas libre de emisiones al que se llama hidrógeno verde.
En la actualidad, el 99% del hidrógeno usado como combustible se produce a partir de fuentes no renovables. Sin embargo, cada vez hay más proyectos de hidrógeno verde, entre ellos, de petroleras como Repsol, BP y Shell; y entre los países con mayores proyectos de producción de hidrógeno verde podemos mencionar a Australia, Países Bajos, Alemania, China, Arabia Saudita y Chile (Smink, 2021). Asimismo, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima COP26 en Glasgow, la Agencia Internacional de Energía Renovable (IRENA) y el Foro Económico Mundial lanzaron las “Hojas de ruta de medidas habilitadoras para el hidrógeno verde” que busca acelerar su implementación.
En nuestro país el impacto del hidrógeno verde en la agenda local pudo verse luego de que en el marco de la COP26 se anunciará una millonaria inversión de la firma australiana Fortescue en Río Negro, destinada a producir ésta clase de hidrógeno a partir de la utilización de la energía eólica. En números, dicha inversión supone 8.400 millones de dólares y generaría más de 15.000 puestos directos de trabajo y entre 40.000 y 50.000 puestos indirectos (OPEA, 2021). De esta manera, se espera convertir a Río Negro en un polo mundial exportador de hidrógeno verde para 2030.
Se puede pensar en impactos positivos en varios aspectos, tanto económicos, como climáticos y sociales. En consonancia, se podría sostener que este anuncio de inversión en Argentina envía señales positivas del país, y podría potenciar la creación de empleos, tanto directos como indirectos. Por otra parte, colaboraría en la tarea de mitigar el cambio climático, ya que se va a producir un combustible que no genera emisiones contaminantes. Y en cuanto a lo social, existe un potencial intercambio de conocimientos entre científicos y la vinculación con empresas nacionales, como IMPSA o INVAP.
Por otra parte, se debe tener en cuenta la importante superficie requerida para este proyecto, que supone parques eólicos, una planta electrolizadora y un puerto de aguas profundas para la exportación, lo que suscita mucha inquietud, especialmente en comunidades aledañas, entre otras razones, por la transformación del espacio, la contaminación visual y sonora, y porque el uso de este espacio compite con otras industrias como la ganadería o la agricultura. Asimismo, este proyecto necesita una gran cantidad de agua de mar que debe ser desalinizada, lo que requiere un proceso más complejo y costoso, que también demanda más energía.
El proyecto apunta ser netamente exportador en sus inicios, con el objetivo de conseguir una escala importante que permita reducir costos y volver competitiva a la actividad. Sin embargo, es importante que también añada valor agregado al país, y en este sentido se puede tomar en consideración el envío al Congreso de la Ley de Movilidad Sustentable en octubre pasado, que estimula la investigación, el desarrollo, la producción y el uso de vehículos que funcionen a base de energías limpias que además contengan una estrategia de inserción en nuevos mercados. En la medida en que este plan sea efectivizado, se podría usar el hidrógeno verde como combustible para el mercado interno y además posicionar a nuestro país en los nuevos mercados verdes.
En un contexto que aglutina la crisis de la deuda, la emergencia climática y sanitaria, este tipo de proyectos responden a las demandas del paradigma sostenible y al cumplimiento del Acuerdo de París (2015); así como también generan alternativas hacia una economía verde. No obstante, hay que tener presente que estas inversiones no necesariamente se llevarán a cabo; es decir, las condiciones están evaluadas y hay voluntad de acción, pero se deberán sortear distintos aspectos relativos a la situación del país y al proyecto en sí. Asimismo, faltan certezas alrededor de esta fuente de energía, ya que es un potencial mercado a desarrollar, y apunta a una demanda a futuro, que hoy es incipiente, y que estará influenciada por los costos y precios.
Los proyectos de energías renovables son una vía que compatibiliza el crecimiento económico y la reducción de emisiones, que le ofrecen a Argentina la posibilidad de revertir el déficit energético y romper con la dependencia de combustibles fósiles. Sin embargo, a pesar de contar con un gran potencial para desarrollar energía eólica, solar y de biomasa, el camino hacia las energías renovables parece estar plagado de contradicciones, si recordamos los proyectos hidrocarburíferos como Vaca Muerta, que ha sido utilizada para posicionar a Argentina en el plano internacional y captar inversiones, así como también para lograr la soberanía energética (Bonanno, 2021).
Argentina tiene una capacidad instalada del 8% de fuentes renovables no convencionales, y tiene el objetivo de llegar al 20% para el 2025 (Koop, 2020). Dado el poco tiempo que nos separa de la fecha indicada, y de lo ambicioso que parece ser el objetivo si se observan las condiciones actuales de nuestro país, es sumamente necesario apuntar a iniciativas como las del hidrógeno verde que nos permitan llegar, o al menos nos acerquen, a lograr modelos de desarrollo más sostenibles en el tiempo, amigables con el ambiente y con la humanidad. Estas iniciativas deben estar acompañadas de políticas estratégicas que involucren no solamente a los gobiernos, sino que también al sector científico-tecnológico e industrial, y que releven además las necesidades de las comunidades generando nuevos empleos verdes.
*Licenciada en Relaciones Internacionales.
Referencias
Bonanno, F. (2021), “La Política Exterior Argentina en materia de clima y energía: un análisis de las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional de Argentina desde 2016 hasta 2020”. Análisis de Política Exterior Argentina, OPEA.
Koop, F. (2020). “Can renewables push Latin America towards a green recovery?”. Disponible en https://dialogochino.net/en/climate-energy/37701-can-renewables-push-latin-america-towards-a-green-recovery/
OPEA (2021), Informe Semanal Nº 631. Disponible en https://www.opeargentina.org/post/opea-631
Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (2019), “Inventario nacional de gases de efecto invernadero”. Disponible en https://inventariogei.ambiente.gob.ar/files/inventario-nacional-gei-argentina.pdf
Smink, V (2021). Hidrógeno verde: 6 países que lideran la producción de una de las "energías del futuro" (y cuál es el único latinoamericano). BBC News Mundo, Cono Sur. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-56531777
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